Hoy me desperte con ganas de caminar. El fin de semana habia hecho en mi agenda una especia de guion a seguir, para no ver todo el mismo dia y luego no tener nada mas que visitar. Por lo que despues de desayunar abri mi agenda y lei el plan para el miercoles 23 de junio.
Sali corriendo de casa, el tren salia de Ciampino a las 8:43 y eran las 8:39. Por suerte cogi el tren y como por arte de magia encontre sitio y no tuve que ir (como de costumbre) de pie y haciendo equilibrios para no caerme contra nadie.
LLegue a Termini, cogi el metro azul y baje en "Circo Massimo", tal y como ordenaba mi agenda. Sali al sol de la manana, por fin aquellas nubes se habian ido con su lluvia a otra parte y el cielo nos regalaba hoy una bonita manana de verano. Camine por "Via del Cerchi" mirando para los lados, pues las ruinas romanas no se esconden y se encuentran por toda la capital. Camine y camine, segun el mapa, al final de la calle deberia estar Santa Maria in Cosmedin, esa famosa iglesia con la mascara de piedra donde los turistas meten la mano y que sale en la pelicula de Audrey Hepburn "Vacanze Romane", pero alli no habia mas que un edificio medio derruido. Donde demonios me habia metido? Di la vuelta al edificio y alli estaba, un hila de 8 turistas o quizas menos esperando a que fueran las 9:30 para poder meter su mano en la mascara. Segun la leyenda, la boca se cierra si cuentas mentiras o si la mano es de mentira (no lo entendi muy bien). Nos abrieron la puerta y entramos, la gente se saco unas cuantas fotos, a mi me la saco el chico que daba la entrada a los turistas. Entre en la iglesia, vieja y antigua pero bonita, y antes de salir entre en la tienda de recuerdos, por curiosear un rato. Al salir de ella, sonrei al dependiente y dije "ciao", pero el me paro y me pregunto si hablaba italiano, le dije que no y entonces me pregunto de donde era, "espagnola" respondi, y con una sonrisa y un gesto tipico italiano con las manos dijo "ohh, bella!". Me pregunto mi nombre y me dijo que volviera por alli que me ensegnaria lo que quisiera y yo con un simple "grazie" sali del lugar. Habia oido hablar del topico de que los italianos eran unos ligones, pero aun no me habia ocurrido tal cosa. Segui andando y sin darme cuenta vi una iglesia preciosa y entre en ella (ni siquiera se su nombre). Dentro un cartel informaba de que las visitas a la parte baja de la iglesia (las tumbas y restos antiguos) debia de ser pedida con anterioridad, sin embargo, el guarda se acerco a mi y me dijo que iba a abrir los subterraneos y si me apetecia podia verlos sin problema. Habia otro hombre (tambien espagnol, muy amante de la historia y los restos, como bien comprobe despues) y, juntos, bajamos. No voy a negar, que meterme en la parte de abajo de una iglesia con dos hombres yo sola no me dio un poco de miedo, pero ambos eran muy amables. El guarda nos explico todo sobre la iglesia (no tardo ni un cuarto de hora) y salimos de alli.
Me dirigi entonces a la piazza del Campidolio, pues habia estado muy cerca, el dia que habia visitado el monumento a Vittorio Emanuele, pero se me habia pasado y no la habia visto. Muy bonita, en uno de sus bordes esta la entrada al museo Capitolino (muy famoso en Roma y muy visitado por los turistas) pero yo decidi no entrar, aun seguia cansada de museos.
Segui caminando, queria llegar a la plaza del palacio Borghese (que se encuentra la lado el rio), pero estaba bastante lejos de donde yo me encontraba. Camine, cruce calles, me perdi, segui caminante y, sin darme cuenta, (juro que es verdad) llegue a donde la semana anterior habia llegado de la misma forma, al puente Umberto I. Puesto que estaba a escasos metros del palacio, pronto estuve enfrente de el. No encontraba la puerta a la galeria Borghese (que era lo que habia ido a buscar) y pregunte a un hombre que estaba en un kiosco. Me sonrio y me contesto que la galeria no estaba alli, yo estaba en el palacio Borghese y a donde yo debia ir... era a la villa Borghese. Me rei de mi misma para los adentros, le di las gracias y me puse a caminar por una calle sin saber a donde ir. La villa Borghese se hallaba al norte de Roma y ningun metro va hasta alli, por lo que decidi reservar la entrada a la galeria por telefono. Otra vez sin darme cuenta, Roma nunca deja de sorprenderme, vi al final de la calle algo que ya conozco muy bien: piazza Spagna. "Que pequena es Roma" pense. Y me meti en el metro que me trajo de vuelta a casa.