Se acerca la hora. Ya empiezo a notar el frío al caminar por las calles de Ourense. Ya empiezo a oler la naturaleza, los montes, la tierra mojada, el mar... En menos de 3 semanas volverá a mi Galicia querida. Lo sé, hace unos años ni se me hubiese ocurrido esta frase... ¿volver? Pero Alba, ¿en qué tipo de persona te has convertido? Sí, lo sé. Ahora soy de ese tipo de personas que sueña con volver a casa por Navidad. Ahora y desde hace tiempo, echo de menos dormir en mi cama, comer buena comida y, sí ¿por qué no?, falar en galego.
Más de dos meses llevo en esta ciudad, y aunque no lo diga, ya me he acostumbrado a ella. El otro día cuando salí de casa hacia la universidad, se puso a nevar. No pude evitar sonreír como una niña pequeña que ve la nieve por primera vez. Dentro de unos días esta bella ciudad amanecerá cubierta por un mantón blanco y, entonces, tendré que sacar los guantes, la bufanda y el gorro del armario. ¿Frío? Tampoco lo noto tanto, el metro sigue tan abarrotado como siempre y nadie siente el frío cuando la gente se junta unos contra otros. En casa, la calefacción nos ayuda a estar a gusto. Y en el trabajo... en fin, en el trabajo un día de estos me dará un ataque de calor por estar tanto tiempo al lado de las freidoras.
Se acerca la hora. No puedo dejar de imaginarme montada en ese avión hacia Oporto. No puedo dejar de imaginar la alegría al abrazaros de nuevo. No puedo dejar de pensar en esa persona que este año no estará cuando vuelva y en lo mucho que la voy a echar de menos.
Comienza la Navidad... pero este año, será diferente.