Y sigo moviéndome por Europa. La verdad es que este viaje fue un poco a lo loco. Luis y yo estábamos mirando Facebook cuando nos enteramos de que quedaban 20 plazas para el viaje a Amsterdam de Erasmus a Paris. Luis ya había ido por lo que no las tenía todas las él, pero sabiendo que iban a ir los brasileños (Alex y Joriam) no lo dudamos ni 5 minutos.
Sin duda, ha sido una locura de viaje. Todas las expectativas y mitos de Amsterdam se quedan cortos cuando conoces la ciudad.
Después de 8 horas y media de viaje en autobús, llegamos a la capital de Holanda o Países Bajos. Nuestro hotel estaba situado en pleno Barrio Rojo de Amsterdam, conocido principalmente por la prostitución, totalmente legar en esta ciudad. Nada más salir del hotel ya entendimos el porqué de la relación del sexo y las drogas con Amsterdam. Las prostitutas se exponen en los escaparates en bikinis o ropa interior provocativa por casi cualquier rincón de este conocido barrio. Los coffee shops, donde la venta y compra de droga está permitida por la ley, también están por todos lados, y el olor a marihuana se nota desde el primer momento.
Pero, Amsterdam no es solo sexo y drogas. Hay otra cosa que me llamó muchísimo la atención, y son las bicicletas. Amsterdam es una ciudad hecha para los ciclistas, además se nota en su atmósfera muy poco contaminada. Las bicicletas dominan las calles, los puentes donde la gente las ata, los parques, todo. Sabiendo esto, una tarde alquilamos unas y los cuatro disfrutamos de la experiencia muchísimo. Fuimos hasta Voldenpark, las letras de I AMSTERDAM, cruzamos el canal principal y volvimos a la estación bajo la lluvia.
La mañana del sábado, mientras Luis se iba a ver un museo y los brasileños dormían... yo me acerque hasta la casa de Ana Frank. Había oído hablar de ella, y como me había leído el libro, me hacía ilusión. Casi una hora de cola al frío y pude entrar. No hay muebles, sin embargo las fotos, vídeos y explicaciones que ves durante el recorrido te hacen imaginar el horror que tuvieron que vivir durante 2 años dentro de aquellas paredes. Los diarios y notas de la pequeña Ana y de su hermana. Fotografías de antes de la guerra. Recuerdos de una época oscura.
Salí de allí un poco triste y volví para el hotel donde me encontré al resto y nos fuimos a comer unas hamburguesas. Más tarde, los cuatro de siempre, fuimos al museo del sexo. Tampoco era para tanto, pero fue divertido.
La noche del sábado decidimos hacer un PUB CRAWL. Esto consiste en que pagas 15 euros y te van llevando por 6 bares distintos de la ciudad y en cada uno te dan una bebida. He de admitir que nos lo pasamos genial.
La mañana del domingo dimos una pequeña vuelta por el barrio, incluida la famosa plaza Dam (o plaza del pene según algunos) y nos volvimos a París.
¡Grande Amsterdam, muy grande!