París se despertó aquella mañana radiante de sol y calor. Tres chicas abrieron los ojos con los primeros "bip bip" del despertador y se empezaron a preparar para su clase de traducción de esa mañana. Una de ellas, morena de rizos, alta, un poco alocada, se miró al espejo y se coloco el pelo de la mejor manera que pudo mientras recordaba la noche anterior entre risas y cerveza en aquella cafetería de Chateau d'Eau. La segunda, pelo rojizo (según decían algunas) y liso, ojos marrones, segura de sí misma, entraba en la cocina para prepararse unos cereales "¿Qué tal están los muesli de chocolate?". La tercera, pelo corto y castaño, delgada, atrevida, comía un tazón de los mismos tumbada en la cama aún sin hacer "Deliciosos".
Noche chicas, y sin embargo, echamos mucho de menos a dos que compartieron con nosotras momentos pasados.
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